A los amigos de los CDR

Hace unos días la Guardia civil localizó y detonó un artefacto explosivo de la guerra civil que se hallaba en una playa de Barcelona. Ahora el Servicio de Información de la Guardia Civil -no sé qué haríamos sin ellos- ha localizado y detenido a nueve miembros de los autodenominados CDR, que son unos terroristas que, de momento, gozan de la simpatía de algunos políticos catalanes. Digo de momento porque cuando consigan culminar con éxito alguno de sus objetivos y hagan daño, entonces, lo que ahora es complicidad y hasta simpatía hacia ellos, se convertirá en condena a regañadientes, pues será lo políticamente correcto.

Parece ser que estos del “Comité de Defensa de la República”, estaban preparando diversas acciones criminales para ejecutarlas en el momento en el que se dé a conocer la sentencia del Tribunal Supremo contra los políticos independentistas. Esta respuesta no es nada nuevo, ya la usaba ETA.

El procedimiento está previsto así: Joaquim Torra solivianta al mocerío, los del CDR actúan poniendo las bombas y los beneficios electorales son para el mismo Torra. Como estrategia ya se ha utilizado en España con anterioridad y me viene a la cabeza Javier Arzalluz quien, afortunadamente, ya no puede hacer más daño, pues ha pasado de este mundo a la divina presencia ante la que ya habrá rendido cuentas por sus barbaridades.

Es cuestionable, Sr. Torra, su gusto por unos ideales primarios, sin fundamento sociológico, ni histórico, ni cultural, tanto como lo es el supremacismo de estos del CDR que se consideran más que diferentes: superiores. Se sienten materia de más alto fuste y pretenden reivindicarlo poniendo bombas contra los que consideran sus objetivos: los inferiores, que son todos aquellos que representan ideales que les resultan incómodos. Visto el perfil de los nueve identificados se concluye que tampoco han sido llamados en esta vida para acciones más elevadas que hacer pintadas y poner bombas y, visto lo visto, se diría que Ud. tampoco.

Muchos no logramos entender cómo es posible que, después de lo mucho que hemos sufrido el terrorismo en Cataluña, tengamos gobernantes que consideran a estos potenciales asesinos como, según sus palabras, “ciudadanos comprometidos con su sociedad”. Ahora, va y se apunta a defender a estos CDR que son, por los medios que utilizan y según la ONU – ¿le suena la ONU? – terroristas.

Mire Sr. Torra, se estará de acuerdo o no con sus legítimos anhelos personales e ideológicos, pero lo que es inadmisible, en un responsable político del nivel que se le presume por su cargo, es participar a la ciudadanía su protesta porque los cuerpos policiales desempeñen de forma ejemplar su misión de mantener a la población a salvo de criminales, deteniéndoles y poniéndoles a disposición judicial.

¿Está Ud. loco o qué?

José Vargas